domingo, 25 de noviembre de 2012

Rectificación del resultado del Sorteo.




Cuando uno no está a lo que tiene que estar las cosas no salen bien.

Como sabéis no puedo estar pendiente del blog en estos momentos así que el tema del sorteo lo he llevado a saltos y sin la atención que hubiese sido necesaria.

No me di cuenta de que Luciana aunque si dejo comentario no cumplió con el resto de los requisitos que Miranda considero oportunos. La misma Luciana ha tenido la honestidad de exponerlo con lo que he procedido a realizar un nuevo sorteo por el método de insaculación.

El número que ha salido en esta ocasión es el 47 asignado a Celeste C (http://elmundodeceles.blogspot.com.ar/)  que si cumplió todos los requisitos 

Luciana gracias por tu sinceridad.

A todas las demás pido disculpas por este despiste.


sábado, 24 de noviembre de 2012

And the winner is...



No había pronunciado estas palabras más allá de usarlas en sentido de broma y la verdad es que cuando la cosa va  en serio se torna mucho más emocionante.


Miranda ya ha procedido al sorteo de su primera novela "Ecos del Destino".
Esta es la imagen donde se puede ver el resultado del mismo.




El número agraciado es el 53 y estaba asignado a Luciana.

¡Enhorabuena!

Solo queda que le envíes un email a Miranda para facilitarte tu correo postal a fin de que te haga llegar tu premio.


Gracias a todas por participar.

martes, 20 de noviembre de 2012

Listado de participantes. Sorteo Ecos del Destino.






Hay que ver como pasa el tiempo, parece que fue ayer cuando desde La Pololera News nos llegó la noticia del sorteo internacional de un ejemplar de "Ecos del Destino" que para tal fin ha cedido nuestra celebrity Miranda Kellaway.

Ya ha llegado el momento de dar a conocer el listado de participantes y los números que les han correspondido por asignación aleatoria:


Jennieh: 1, 20, 33

My favorites things: 13, 28, 40

Ann: 21, 34, 46

Princess: 2, 29, 38

Celeste C. : 26, 32, 47

Susana deseo libros: 14, 27, 39

Citu: 3, 15, 22

Luciana: 4, 41, 53

Anne Wentworth: 42, 50, 57

Aglaia Callia: 5, 19, 44

Elia: 10, 25, 54

Raquel Campos: 11, 31, 55

Lilian: 17, 37, 48

Scarlett O´Hara: 6, 16, 49

Roos: 8, 35, 45

Mientras Leo: 30, 52, 56

La Abela: 23, 36, 51

M. Carmen Suarez: 7, 24, 43

Lady Jane: 9, 12, 18


El sorteo tendrá lugar el próximo día 23, se anunciará la ganadora que deberá ponerse en contacto con Miranda a través de email a fin de comunicarle su dirección postal.



Aprovecho la ocasión para comentaros que no podré seguir con la dinámica del blog por el momento. Los motivos son profesionales así que no es preocupéis, estoy bien aunque  fastidiada por este nuevo parón.

Quiero agradecer a todos el interés y cariño que siempre me demostráis y también quiero pedir disculpas por  no poder atenderos como os merecéis.
Os consta lo importantes que sois para mí y sin vosotras la vida no tiene ni el mismo color ni el mismo brillo.


Nuevamente agradezco a Miranda que haya pensado en el Club de los Pololos para hacer posible este sorteo y solo me queda desearos:


¡ MUCHA SUERTE !


Queremos pedir disculpas a Espe que se apuntó al sorteo y a la que no le asignamos números para participas, los suyos son: 58, 59 y 60.

Ahora si que la suerte está echada...que emoción.



jueves, 8 de noviembre de 2012

Erase una vez...



Erase una vez .... que en un día esplendido de verano recibí una invitación para tomar el té muy especial ya que se dedicaba a Anne, si esa ¡Ann de las Tejas Verdes!





Diana, su mejor amiga me esperaba en el jardín de Princesa Nadie y desde allí viajaríamos a Tejas Verdes que como sabéis está en  isla de Prince Edward .






Diana que es muy femenina eligió un bonito conjunto para la ocasión: vestido blanco, rebequita rosa y un precioso sombrerito con estampado floral en tonos que armonizaban con el resto del equipo y que se sujetaba con una gran lazada de raso de color rosa.

La vi tan guapa que quise sacarle fotos para poder recordar tan lindo momento pero no había cogido mi cámara de  así que decidí hacer unos apuntes que me sirvieron para inmortalizar la ocasión en óleo.

Este es el resultado y quiero dedicárselo con todo el cariño por la tarde tan inolvidable que pasé con ella, Princesa Nadie, Ann  y sus amigas. 

Las muñecas (tan maravillosas) las podéis encontrar en el Bazar de Gudulina.










lunes, 5 de noviembre de 2012

En busca de Alba. Capitulo XIII.





Daniel se quedó mirando de hito en hito la rosa. 

-Se trata de un bonito detalle decorativo- pensó. ¿Qué tendrá de particular?

Alba se impacientó ante la falta de reacción de su amigo.

-¡Dani!, aterriza. Te has quedado embobado.

-Disculpa, respondió sorprendido. ¿Quieres que empecemos por este pequeño búcaro?

Alba lo agarró por la manga del abrigo y lo condujo al jardín atravesando el salón.

-Siéntate-  le dijo al tiempo que indicaba una de las sillas del cenador.

-¿Qué ocurre? Estás muy nerviosa.

Alba le contó todos los detalles relativos al descubrimiento de la rosa, lo hizo con rapidez, sintetizando, le fastidiaba tener que prestarle demasiada atención.

-No tan deprisa- interrumpió Daniel. –Me estás diciendo que alguien ha entrado en tu casa y se ha paseado por ella como si fuese la suya. Ha llegado  al jardín, ha cortado una rosa y se ha entretenido en seleccionar un búcaro que no estaba a la vista y por el estado de la flor ha tenido que ser hace muy poco tiempo. Se rascó la barbilla antes de continuar. -¿Has comprobado que todo lo demás está bien? ¿Falta alguna cosa? ¿Hay algo revuelto?

-Solo he tenido tiempo de ver la parte baja de la casa y sin contar  el detalle de la rosa todo lo demás está en orden. No falta nada aunque tendría que hacer una revisión más detallada para precisarlo, hay muchos objetos de valor, no sabría decirte- Alba carraspeó- No he subido a la torre, he preferido esperarte, la biblioteca y el dormitorio de Pedro me causan mucho respeto, no tenía ganas de acometer la visita por mi cuenta.

-Mueve el culo- aseveró Daniel al tiempo que se levantaba. Vamos a recorrer la casa habitación por habitación para comprobar si hay algo más fuera de lo normal. 

Por el gesto adusto de Daniel, Alba comprendió que el asunto no era baladí, por mucho que intentase minimizarlo no era para tomarlo a broma. Lo siguió obediente por toda la casa. Todo estaba impoluto. Amalia había hecho un trabajo concienzudo al cerrarla. No observaron nada anormal, las cerraduras no estaban forzadas y tanto los postigos como las ventanas estaban correctamente cerradas excepto las que Alba abrió al acceder por la mañana.

Mientras hacían la inspección Alba le contó  que estaba esperando al cerrajero que iría a cambiar la cerradura, también le puso al corriente de que Amalia se haría cargo de la casa con lo que estaría acompañada en todo momento exceptuando la noche.

Daniel permanecía en silencio, observando con minuciosidad cada vitrina, estanterías, cajones, cerraduras y demás que iba encontrando a su paso
.
Por fin llegaron al pasillo que daba acceso a la torre. Fueron encendiendo luces porque la tarde iba cayendo. Alba iba abriendo postigos a fin de proporcionar claridad a las estancias y al tiempo comprobar que no había forzamientos.

Subieron la escalera que les condujo a la biblioteca. Alba sintió la presencia de Pedro, si su alma estaba en algún lugar sin duda  era allí. La mayor parte del tiempo lo pasaba trabajando en sus archivos. Su mesa estaba de frente a la chimenea y a la balconada que rodeaba toda la planta, la de Alba estaba dispuesta enfrente. Siempre trabajaron así, uno frente al otro, rodeados de librerías de madera de roble con el calor de la chimenea en invierno y con la fresca brisa del mar en verano pero de eso hacía mucho tiempo. Se le encogió el corazón. Sintió  frío y cruzó los brazos sobre sus hombros intentando replegarse sobre sí misma. Daniel observó su desanimo y la invitó a sentarse.

-Sabías que esto iba  a ser difícil pero no te preocupes, en cuanto te instales la casa se llenará de vida y la nostalgia dará paso a la ilusión. No obstante tenemos que solucionar lo relativo a la seguridad de la casa. No quiero amedrentarte pero no podemos tener control absoluto sobre quién tenía llaves. Pedro pudo darlas a otras personas y no tendrías porque saberlo ¿Me equivoco?

-No, estás en lo cierto. Pedro tenía una vida y no creo que ni yo ni nadie tuviésemos que estar al corriente de la misma, era mayorcito para tener que dar explicaciones. Era un hombre sociable y tenía su trabajo y sus amistades aunque no me negarás que no es raro que alguno de sus conocidos viniese hasta aquí con el único fin de adornar el recibidor con un detalle floral.

-Es una posibilidad- río Daniel- sin embargo hay otras.

-¿Otras? Preguntó Alba con extrañeza. No se me ocurren muchas, la verdad.

-Veamos. Para empezar si el tema de la rosa tiene algún significado afectivo no tiene por qué estar relacionado contigo necesariamente, es posible que algún amigo o amiga hayan querido darle así el último adiós. Se trataría de una persona de confianza porque dispone de la llave, quizás una novia. ¿Qué sabes tú de su vida íntima?

-Poca cosa. Pedro era reservado para sus cosas, nunca me habló de nadie especial, jamás ha traído a una mujer por aquí estando yo, sin embargo no descarto que tuviese a alguien. En ocasiones salía y ponía mayor esmero en su arreglo. Lo recuerdo con el pelo peinado hacia atrás y con su abrigo largo de cachemir, usaba un buen perfume.  Estaba maravilloso. No era frecuente que saliese de forma “misteriosa” como yo le solía decir pero sí recuerdo que lo hacía. No salía de noche, me refiero a que no trasnochaba, cuando salía era alrededor de las ocho, supongo que iría a cenar y a ver algún espectáculo. Solía preguntarme por los estrenos de cine y de teatro, también íbamos juntos, era muy aficionado a ambas cosas. El no contaba y yo no preguntaba, le tenía demasiado respeto.

-Te das cuenta. Ya tenemos otra línea de trabajo. No vamos a investigar la vida privada de Pedro pero sí que hay motivos para reforzar la seguridad. En pocos minutos llegará el cerrajero, deberías poner rejas en las ventanas, un simple cristal y un postigo no suponen  barrera, cualquiera accedería dando una patada y también deberías instalar una buena alarma.



-Supongo que sería lo más sensato, transijo con las rejas pero solo en la planta baja, tampoco creo que vaya a venir el hombre araña- bromeó Alba –sin embargo la alarma la descarto de plano. Para empezar me está entrando paranoia tan solo de pensar en tanta seguridad y no olvides que Porthos estará por aquí, se moverá por toda la casa y no podría conectarla. Además me parece exagerado, ten en cuenta que siempre va a haber gente en casa, estarán Amalia, su hija y mi padre que vendrá muchas mañanas. Si me quedo sola será por la noche.

-No sé, no están los tiempos para tonterías, hay mucho robo y una buena alarma es muy disuasoria. Piénsalo, no hay prisa.

En cuanto al búcaro me lo llevaré al laboratorio de un amigo. Quizás encuentre alguna huella, sin embargo poca más podemos hacer, no hay forzamiento ni robo, no podemos denunciar sin tener controladas todos los juegos de llaves. Si alguien ha entrado usando una lo ha hecho de forma lícita- -Le tendió la mano para invitarla a levantarse- ¡Venga, pequeñaja! Revisemos el dormitorio.

Alba le dio la mano con poca gana y así subieron por la angosta escalera que daba al último piso. Fueron encendiendo luces conforme avanzaban.

El dormitorio era muy amplio, había  una cama inmensa con cabezal de madera antiguo y sendas meditas a juego que la jalonaban, estaba orientada poniente  con lo que la vista era fascinante a pesar de que la noche impedía ver poco más que el cielo jalonado de estrellas y la negrura del mar. El dormitorio disponía de un baño y un vestidor. Sobre una de las mesillas se veían algunos objetos personales de Pedro. Un móvil que estaba apagado, un juego de llaves, una billetera de piel y una agenda electrónica. 

Daniel se daba cuenta del mal trago que estaba pasando su amiga y le habló con tono animado. 

--Tienes que personalizar la casa, has de tomar posesión de ella dándole tu impronta. Los muebles son preciosos pero demasiados serios para ti, no te hacen juego.

-Este dormitorio es el único al que yo apenas subía, lo consideraba territorio privativo y Pedro tampoco pasaba aquí mucho tiempo. Siento respeto por todo, no me atrevo a tocar sus cosas. Amalia se va a ocupar de la ropa y demás cosas personales aunque tendré que ayudarla. Qué poco me gusta esto, Dani- Abrió la puerta de cristal que daba acceso a la balconada y se quedó reclinada sobre la barandilla mirando al infinito.
Daniel la dejó tranquila unos minutos situándose a su lado en la barandilla, también miraba al infinito mientras recordaba la angustia que pasó por partida doble, primero al perder a su padre y poco tiempo después a su madre.

-La muerte es devastadora, Alba, se lleva a nuestros seres queridos sin embargo nosotros permanecemos aquí y flaco favor nos hacemos torturándonos con ello. Por experiencia te puedo decir que el tiempo ayuda a aprender  vivir con ello, no quiero decir con ello que olvidarás. No será así, tan solo aprendemos a controlar el dolor.  Cuando pienso en mis padres lo hago desde una óptica positiva recordando los buenos momentos y en ese punto intento quedarme  porque si me dejase llevar por el dolor me podría a llorar con tanta pena que no sería capaz de parar. 

Alba se dio cuenta del tremendo esfuerzo que estaba haciendo Daniel, se sintió egoísta. Sin decir palabra se situó detrás de él y lo abrazó con fuerza. Recostó la cabeza sobre su espalda y sintió la tibieza que emanaba su cuerpo, aspiro su aroma y cerró los ojos dándose cuenta de lo mucho que le quería. Le hubiese gustado transmitirle con ese abrazo toda la ternura que su melancolía le inspiraba.

-Discúlpame. Se me olvida tu sufrimiento, soy una egoísta- dijo quedamente.

El timbre sonó con fuerza dos veces seguidas rompiendo la magia del momento.

Alba se separó de Daniel con desgana. -Debe de ser el cerrajero, vamos.

Bajaron con rapidez las escaleras y mientras Alba atendía al cerrajero, Daniel se dirigió a la cocina en busca de un paño con el que coger el búcaro, lo metió en una bolsa y tiro la rosa al jardín. 

-Debería de instalar una cerradura Fac adicional en cada puerta, son más difíciles de forzar decía el hombre que ya estaba cambiando la de la puerta principal.

-Me parece bien ¿podría hacerlo esta misma tarde?

-Claro, siempre traigo material por lo que pueda surgir.

Daniel se incorporó a la conversación.

-¿Hace usted trabajos de cerrajería? Me refiero a si instala rejas en el exterior.

Si, llevamos a cabo trabajo de todo tipo. Si están interesados puedo tomar las medidas y hacerles un presupuesto. Por lo que he podido ver se trata de ventanales antiguos y habría que preparar una rejería adecuada y que al tiempo fuese lo más segura posible. Al tratarse de una vivienda en planta baja la dificultad es mayor. Les aconsejo un buen sistema de alarma.

-Ni hablar. Intervino Alba con firmeza. La alarma no me sugiere seguridad si no dificultad para transitar por la casa si está activada.

-No es necesario que la actives cuando estés en casa- dijo Daniel en un intento de hacerla razonar, puedes dejarla conectada si piensas salir o también puedes activarla por sectores si estás en el interior.

-Su marido tiene razón- dijo el cerrajero mientras atornillaba la nueva cerradura.





Daniel miro divertido a Alba al escuchar la frase y ella  no creyó necesario sacarle de su error pero comprendió que le resultaba más cómodo tratar con Daniel los detalles técnicos así que decidió dejarlo en sus manos y subió a la torre con el fin de ir vislumbrando los cambios que podría hacer en el dormitorio.

Estaba decidida, se iría instalando a lo largo de la semana y en cuanto viese a Amalia le haría un buen interrogatorio acerca de las intimidades de Pedro, quizás conociese detalles que avalasen la teoría de Daniel y aquella rosa hubiese sido el adiós póstumo de alguna mujer que llorase su pérdida. También pensó en su padre aunque no pensaba preguntarle. Si fue un episodio que no quiso revelar en vida no se lo sacaría ni con un potro de tortura.


-Te llevo a casa- le dijo a Daniel cuando el cerrajero terminó su trabajo.





Cuando la luz de los focos posteriores dejó de verse al tomar la primera curva el hombre que había estado apostado frente a la ferretería observando a Alba y Amalin accedió al jardín saltando el muro de la parte posterior. Se dirigió al pasillo lateral y escarbó en la enredadera que tapizaba esa parte de  la fachada dejando  al descubierto una rejilla que no hubiese estado visible con el recubrimiento de hiedra. Dicha rejilla servía de aliviadero  a los humos de la chimenea. Una vez la apartó, no sin cierta dificultad, empujó con las manos el escritorio que la tapaba por el interior y escurriéndose por el angosto hueco accedió a la salita de los ventanales. 


Continuará...






lunes, 29 de octubre de 2012

En busca de Alba. Capítulo XII.






La ferretería en la que trabajaba Amalin estaba en la misma dirección que la casa de Alba y decidió acompañar a su amiga para conocer el establecimiento, la iba  a tener cerca lo que le permitiría ir a hacerle alguna  visita a la hora del café.

Caminaban por el paseo marítimo disfrutando de la tibieza del son invernal y de la brisa del mar que ese día estaba calmo. La brisa de poniente mecía suavemente las olas.

Alba le puso al corriente acerca de Oscar, era imposible que hubiese sido él ya que  lo había conocido el día anterior y no hubiese tenido tiempo material para dejar allí la rosa, además ¿Qué sentido tenía? No era una teoría válida.

-Es una locura, por más vueltas que le doy no le encuentro explicación, qué alguien deje una rosa en la entrada de la casa y además en un búcaro muy particular.. Es todo muy rebuscado ¿No te parece?

-Sí que es rebuscado, quizás la explicación sea mucho más sencilla- dijo Amalin que tenía problemas para sujetar la bandolera que llevaba colgada al hombro.

¿Qué te parece si caminamos por la orilla del mar? Las dos llevamos botas y hace tan buen día.

La sugerencia fue bien acogida por Amalin así que dejaron el paseo marítimo para adentrarse en la arena en dirección a la orilla. Sus pasos iban dejando huellas que pronto desaparecían lamidas por las olas.




-¡Como he echado de menos estos paseos!- exclamó Alba que se paró un momento frente al mar abierto aspirando profundamente como si hubiese estado hambrienta de aire fresco.

-No has cambiado nada, dijo Amalin risueña, te recuerdo dando largos paseos, la playa era el lugar que elegías siempre para tus juegos, no te gustaba pasar mucho tiempo en casa, mi madre siempre decía que no te iba a caer el techo en alusión a ello, lo mal que lo pasaba buscándote entre las hamacas cada vez que llegaba la hora de comer o de cenar y no aparecías, con ese pesimismo que la caracteriza te imaginaba ahogada una y otra vez, no le decía nada a Pedro para no preocuparle pero si por ella hubiese sido habría dispuesto una partida de búsqueda día sí y día también. Lo cierto querida es que siempre has hecho lo que te ha dado la gana.

-Pero que morro tienes, tu hacías lo mismo que yo, siempre íbamos juntas- Alba no podía parar de reír ante la ocurrencia de su amiga.

-Sí, pero había una diferencia, yo era más responsable, tenía los pies  en la tierra en cambio tu actuabas sin pensar, no tenías miedo, te gustaba soñar e inventar historias para recrearlas en la medida de lo posible, recuerdo que siempre te gustaba jugar a los piratas y no te costaba convencer a los demás niños de que usasen palos como si llevasen espadas y tirasen bolas de arena como si fuesen las bombas que disparaban los cañones de proa a fin de hundir el barco enemigo que bien podía ser la colchoneta de un desprevenido bañista que salía corriendo detrás de nosotros a fin de darnos un buen rapapolvo, afortunadamente solíamos correr más que el.

-Es posible que yo fuese más soñadora sin embargo era tu quien se encerraba horas y horas en la biblioteca leyendo poesía, yo no he sido tan romántica como tú.

-Ni la prosa ni la poesía han sido buen camino para nosotras, parece que ambas lecturas nos han llevado al mismo punto, un desastre con los hombres. ¿Y, bien?

-¿Y, bien?- repitió Alba que no entendió la pregunta.

-¿Sigue Daniel babeando por ti? Siempre habéis tenido mucha química ¿No te animas a darle una oportunidad?

-Te consta lo mucho que quiero a Dani, no me voy a arriesgar a perderle por cruzar la línea, prefiero dejar las cosas como están y creo que él es de la misma opinión, nos respetamos en ese sentido.

-Al pobre no le queda otro remedio porque si le dieses el menor atisbo de esperanza se colaría en tu vida sin pensárselo dos veces.

-Dani siempre va a estar en mi vida, dijo Alba en tono solemne.

-Eso es lo que tú te crees, si Daniel tuviese una novia te aseguro que no vería con buenos ojos que pasase tanto tiempo contigo, tendría que estar pendiente de ella y no de ti y lo mismo pasaría si fuese tú la que tuviese pareja, habéis estado distanciados el tiempo que ha durado tu matrimonio.

-Es distinto, he vivido lejos de aquí, la distancia suele ser devastadora incluso para las relaciones de amistad. A Daniel no le caía bien Pablo y tampoco Pablo sentía mucha simpatía por él de lo contrario hubiese podido pasar algún tiempo con nosotros.

-Aterriza, hija mía, te voy a tener que dar unas clases de realidad a ver si caes del guindo de una vez.

-Pensaba que las chicas góticas erais más sensibles y espirituales- dijo Alba con sarcasmo.

-Soy la misma  de siempre la diferencia es que ahora hago lo que me gusta sin tener en cuenta si voy o no a favor de la corriente, tengo bastante claro lo que me gusta y a eso me dedico en mi tiempo libre, no me importa para nada la opinión de los demás y en cuanto a mi aspecto es justo el que me apetece tener, ya me he acostumbrado a que la gente murmure y voltee la cabeza a mi paso.

-Eres muy valiente- dijo Alba con sincera admiración, -Te veo muy reforzada a pesar del mal trago de tu matrimonio, creo que pronto viste con claridad la clase de hombre que era…disculpa, he olvidado su nombre.

-Se llama Rafa, pero no es necesario que lo recuerdes, no vale la pena, tuve un ramalazo de romanticismo y lo he pagado caro, hay que ver la de tonterías que hacemos por amor.

-Mucho hablar y si nos volvemos a enamorar caeríamos  otra vez como palomas. Si no fuese así no valdría la pena.

-No digo que no pero de lo que estoy segura es de que nos costará volver a confiar en un hombre y enamorarnos todavía más, hemos perdido la inocencia y ya tenemos desconchones.

- Bienvenidos sean los desconchones si por  ellos conseguimos ser más sabias.

-Desde mi punto de vista- dijo Amalin mientras recogía una concha incrustada en la arena- la madurez no existe tal y como nos la pintan, seguimos siendo las mismas personas y la única diferencia es que aprendemos a gestionar mejor las situaciones.




-Me gusta tu punto de vista, cuando me casé era muy joven y la madurez no tenía porque formar parte de mis cualidades sin embargo Pablo exigió que lo fuese al día siguiente de la boda como si la ceremonia tuviese que haberme dotado de ella. La de veces que exclamé en silencio: ¡quiero ser madura!

-Que imbecilidad- respondió Amalin con cara de disgusto –la madurez se adquiere con los años, con la experiencia y cada uno tiene su ritmo, me temo que el único inmaduro era Pablo. ¡Hay que ser imbécil! Pero. Dejemos de hablar de nuestros ex y hagamos planes para la fiesta.

-¿La fiesta?- preguntó Alba sorprendida -¿Vas a dar una fiesta?

-No, la fiesta la vas a dar tú- respondió Amalin con gesto pícaro.

-Te has vuelto loca-replicó Alba negando con la cabeza –Aún no me he instalado, hay mucho que hacer y no sé ni por dónde empezar, no tengo el cuerpo para fiestas.

-Te voy a espolear, no voy a dejar que te hundas en el desanimo, necesitas acción y no lamerte las heridas y flagelarte que es lo que harás cuando estás sola ¿me equivoco?

-Si mi psicólogo te oyese te haría vudú- dijo Alba divertida. –Me conoces bien, entre Dani y tú me vais a matar con tanta actividad.

-Hablando de Dani, debes contarle lo de la rosa y en cuanto lleguemos a la ferretería llamaré a un par de cerrajeros de lo que vienen por allí para que vayan a cambiarte la cerradura esta misma tarde, no me costará conseguirlo, no puedes vivir en tu nueva casa hasta que no tengamos la seguridad de que controlamos quién tiene llaves y quién no. Mira, ya hemos llegado- Amalin señaló con el dedo la ferretería. Habían rebasado el límite de la Malvarrosa y habían llegado a una zona de construcciones nuevas perteneciente al partido de Alboraya  conocida  con el nombre de La Patacona.




Alba siguió a su amiga y ambas entraron en el establecimiento.

Al otro lado de la calle un hombre vestido con abrigo largo de color negro se agazapó en el quicio de un portal sin dejar de observar a las dos mujeres.

Amalín cogió la agenda de debajo del mostrador y marcó el número de un cerrajero, no tardó en concretar una cita para la seis de la tarde.

-Ya está arreglado- le dijo a Alba satisfecha.

-Gracias, eres muy eficaz- asintió Alba. -Regreso a la Malvarrosa, tengo que esperar a Dani y al cerrajero. Supongo que te veré todos los días a la hora del almuerzo, tu madre vendrá  a partir de mañana y estoy segura de que no se moverá de allí hasta bien caída la tarde.

-No lo dudes, amiga. Nos veremos a diario- cogió a Alba de los hombros y la atrajo hacía si dándole  dos sonoros besos en las mejillas manifestando  así su contento.

Alba emprendió el camino de regreso con paso apresurado, esta vez lo hizo por el paseo marítimo. La Patacona le pareció una zona muy bonita, habían construido de manera bastante civilizada según su entender. Una idea empezó a rondarle por la cabeza.

Al llegar a casa se sintió animada. Amalin le transmitía mucha confianza y no era difícil impregnarse de su eficacia y optimismo. Se quedó mirando el pequeño búcaro con la rosa amarilla y tuvo tentación de tirarla a la basura para así olvidarse de ella pero las palabras de su amiga que aún resonaban en sus oídos se lo impidieron. Esperaría a Dani para que pudiese echar un vistazo.

-¡Que lata! - pensó –Si no tengo bastante con bregar con Pablo ahora tengo que ocuparme de un misterio nada más poner el pie en mi casa.

-El timbre de la puerta sonó y Alba abrió la puerta.

-Ya estoy aquí- dijo un sonriente Dani dándole un beso. -¿Va todo bien? ¿Por dónde empezamos?

-Por aquí- respondió Alba señalando la rosa que destacaba erguida y fresca en el búcaro de fina porcelana.


Continuará...


El mar que hoy ilustra el capitulo de Alba se lo debo a Carmela a la que agradezco que haya querido prestarme sus maravillosas fotos.

viernes, 26 de octubre de 2012

Las Fabulas de Mariquita Nice.



El anuncio de Mariquita Noal90%



Mariquita Nice se encuentra en su árbol home disfrutando de una tarde tranquila, había terminado sus tareas y se había sentado frente al ordenador con el ánimo de escribir algunos emails atrasados.

Su hoja móvil con carcasa de color lila vibró por la llegada de un mensaje. 



Se trataba de su amiga Mariquita Noal90% que desde que había descubierto Whatsap prefería este medio de comunicación a cualquier otro.



El mensaje rezaba:

-Ya que eres la reina de Internet podrías poner un anuncio para mí. Quiero alquilar uno de mis árboles homes que se ha quedado vacío.

Mariquita Nice pensó en lo bien que sabía adularla cuando quería algo.

Mariquita Noal90% era muy ahorradora y había ido invirtiendo en arboles homes que alquilaba y así sacaba una buena renta. Nunca había trabajado y era su medio de vida. 
Cada año tenía que poner anuncios para alquilar los que se quedaban vacíos.



  Al tratarse de una mariquita muy tozuda no hubo forma de convencerla de que debía de aprender a utilizar Internet, consideraba que era muy difícil y además que era un nido de delincuencia, poco menos que si osaba  utilizarlo sería objeto de robos, acosos, y cuantos delitos más se puedan imaginar.

Mariquita Nice le dio argumentos más que sobrados para disuadirla de estas majaderías pero ante su tozudez no hubo nada que hacer.

No era la primera vez que la ayudaba en menesteres informáticos. 
En la última ocasión Mariquita Noal90% acudió a su árbol home y pasaron un buen rato frente al ordenador creando en primer lugar una cuenta de correo electrónico puesto que las webs dedicadas a publicar estos anuncios o cualquier otro exigen como primer requisito que haya un registro con cuenta de correo electrónico, una vez cumplido el trámite hay que ir siguiendo una serie de pasos para concretar características de la vivienda, renta, condiciones, etc, etc.

Mariquita Nice tembló al leer el contenido del mensaje y pensó:

-¡Otra vez, noooo!

No obstante escribió la respuesta con la mejor predisposición del mundo:

-¿En qué web quieres publicarlo?

-¡Ah! Yo no sé de eso, decídelo tú.

Mariquita Nice hace una búsqueda y ve las que parecen ser las webs más populares y a través de Watsapp pasa los enlaces a su amiga tozuda.



-¿Qué me has mandado?

-Los enlaces de las webs donde puedes publicar para que puedas decidir.

-Ya te he dicho que no entiendo de eso, decide tú.

Mariquita Nice empieza a impacientarse al considerar que tratándose de un asunto de gran interés para Mariquita Noal90% debería tomarse la molestia de llamar para abreviar. Si estuviese al teléfono podría ir dándole los datos para que pudiese ir cumplimentando los pasos. 

Resignada responde:

-De acuerdo, ya decido yo la web, dime tu dire de correo para que pueda inscribirte y también la contraseña.

-¿Eso qué es?

Mariquita Nice flipa ante la respuesta. ¿Cómo podrá hacerse entender a través de mensajes de watsapp sí Mariquita Noal90% no tiene la menor intención de colaborar en nada.

-La dire de correo es donde recibes los emails y la contraseña sirve para poder entrar en ella.

-Yo no sé ná de eso. Tú me abriste la cuenta así que tienes que saber mi contraseña u lo que sea eso.

Mariquita Nice mira el hoja-móvil con verdadera desesperación y siente el impulso de estamparlo contra la chimenea que es lo que tiene más a mano, sin embargo el pobre hoja-móvil no tiene la culpa de la ignorancia y tozudez de Mariquita Noal90%. A lo tonto, tonto   llevan una hora watsappeando sin haber adelantado ni un ápice. ¡Adiós a  su tarde tranquila! Estaba perdiendo el tiempo miserablemente.



-La contraseña la  elegirías tu. Yo no la recuerdo, bastante hago con recordar las mías. La podrías haber anotado.

-Mira, no me hagas preguntas y pon el enuncio tu sola, pa eso sabes de Internet.

-Sola no puedo hacerlo, recuerda la de datos que hay que introducir, esos datos son tuyos y de tu vivienda, no me los puedo inventar.

-Tu di que tengo Watsapp.

Ante esta respuesta Mariquita Nice ya entra en estado de verdadera desesperación y sus antenas tiemblan descontroladas ¿Qué tendrá que ver que ella tenga Watsapp? 

-Si ponemos un anuncio en Internet la gente te contactará vía email o vía teléfono.

A Mariquita Nice y le duele el dedo de tanto teclear en el hoja-móvil.

-Pos no, tu di que me hablen por el watsapp.

Mariquita Nice considera que la paciencia tiene un límite y que ya es hora de zanjar esta conversación de besugos que le está costando aligerar la artrosis de sus dedos pulgares y perder  la salud mental, decidida teclea:

-Cuando tengas un rato <<los tiene todos puesto que no trabaja>> vienes a mi árbol home y ponemos el anuncio entre las dos.
-Vale. Nada.

-¿Vale? ¿Nada? ¿Qué quieres decir?

-Que ná. Que lo dejes.

Mariquita Nice mira consternada el reloj de cuco, ya son las nueve de la noche, ya no tendrá tiempo de hacer todo aquello que tenía pensado y encima Mariquita Noal90% se ha enfadado. 



-¡Mierda! Exclama mientras abre la cajita de ansioliticos.




Imágenes tomadas de la red.



lunes, 22 de octubre de 2012

La Pololera News. Celebritys: Miranda Kellaway.





Raquel entro en la redacción como alma que lleva el diablo, su melena ondeaba a su paso liberada de la escasa presión que ejercía el sombrerito de terciopelo que quedó anudado a su cuello y que perdió por el camino al soltarse las cintas de terciopelo que lo sujetaban, un compañero se apresuró a recogerlo ofreciéndoselo a su propietaria que apenas balbuceo un “gracias” sin desviarse de su camino. 

Llevaba prisa y se la veía radiante, las mejillas teñidas de un rubor que la favorecía sobremanera y que no pasó inadvertido al resto de la redacción que la miraban estupefactos preguntándose qué es lo que le habría sucedido para que para que se comportase de una manera tan insólita ya que habitualmente era una chica tranquila y poco amante de mostrar sus emociones en público debido a su timidez.

No le faltaban motivos a Raquel para estar radiante, había sido apartada definitivamente de la sección de necrológicas y por fin se dedicaba de lleno al trabajo que más le gustaba: la sección de reseñas del Club de los Pololos y de la actividad de sus socias.

Llevaba un libro entre sus manos y lo primero que hizo al llegar a su escritorio sin detenerse siquiera a quitarse la capa y los guantes fue apartar cuidadosamente el papel de seda que lo envolvía, se quedó extasiada contemplando la portada,  se trataba de la novela recién publicada de una de las damas pololeras a la que admiraba profundamente y de la que era fiel seguidora, la novela se titulaba “Ecos del Destino” y su autora era Miranda Kellaway, sin duda una la de las celebritys del club.

La novela gozaba de un gran éxito y en pocos meses se había colocado entre las más vendidas, resultaba difícil conseguir ejemplares, muchos lectores se habían puesto en contacto con ella a fin de saber donde podían conseguir un ejemplar.

La tarde anterior concertó una cita con Miranda en una cafetería del centro y Raquel le pidió un ejemplar ya que tampoco había podio conseguirlo. Miranda tuvo el generoso detalle de regalarle dos ejemplares uno para ella y otro para que a través del periódico fuese sorteado entre todos los lectores que estuviesen interesados.






Charlaron animadamente  y Raquel se interesó por la trama de "Ecos del destino", Miranda tuvo la amabilidad de reseñárselo:

"Se trata de una novela ambientada en Inglaterra (1850).

Atormentado por el recuerdo de la muerte de su hermano mayor, Julian Haygarth está entregado a una vida ociosa y malgasta su fortuna en toda clase de vicios. En un desesperado intento por enderezarlo, su progenitor lo enviará a Hampshire a un exilio de tres meses. El joven hallará consuelo a las heridas de su alma, aunque, por desgracia, será en brazos de una mujer de una posición social muy inferior a la suya y a la que se verá obligado a abandonar cuando llegue el momento de regresar. Años después, sus destinos volverán a cruzarse. El rencor, los remordimientos y las ansias de venganza se juntarán en un torbellino de sentimientos que hará que ambos se vean arrastrados a un callejón sin salida, donde se agazapa un terrible secreto que cambiará sus vidas para siempre..”


Raquel mojó la pluma en el tintero y comenzó a redactar la columna que saldría publicada al día siguiente:

 La Pololera News tiene el orgullo de anunciar el sorteo internacional de “Ecos del Destino” especialmente dedicado de su puño y letra. La autora se ha ofrecido generosamente a sufragar los gastos de envío.

El sorteo se llevará a cabo a través del generador de random.org el día 23 de Noviembre del año en curso.

Tomad buena nota de las condiciones:

1º)  Cada participante tendrá que anunciar el sorteo mediante banner en su propio blog, se exceptúan de esta condición a aquellos participantes que no dispongan de uno.

2º)  En dicho banner  deberán figurar la portada de “Ecos del destino y enlace a esta entrada.

3º)  Dejar un comentario en esta entrada diciendo expresamente que se desea participar y la web del blog

4º) El plazo para poder inscribirse en el sorteo terminará el día 20 de Noviembre, una vez finalizado publicaremos el listado de los participantes con los números asignados.




Raquel no cabía en sí al ser la encargada de anunciar tan buena noticia, el Club estaba formado por damas de gran talento y en el caso de Miranda se veía reconocido tal y como su buen hacer merecía, su pluma estaba dotada de gran ingenio y no escatimó elogios describiéndola como una nueva autora de novela romántica histórica de corte clásico, una autora muy a tener en cuenta y por la que la editorial Ediciones B no había dudado en apostar.

Poder ofrecer el ejemplar que generosamente había donado Miranda le parecía un sueño.








Desde El Club de los pololos agradecemos a Miranda Kellaway una de nuestras Celebritys que nos haya ofrecido un ejemplar firmado de su puño y letra para que podamos sortearlo a nivel internacional, os animamos a participar porque la obra merece la pena, seguramente alguna de vosotras ya lo habrá leído en formato digital pero todos sabemos que no es lo mismo que tener el ejemplar en papel y sobre todo dedicado por su autora.



¡Suerte a tod@s los participantes!





jueves, 18 de octubre de 2012

En busca de Alba. Capítulo XI.








-¡Amalin!- gritó Amalia llamando a su hija al franquear la puerta   del piso y allí estaba ella. 

 Alba y Amalin se miraron durante unos segundos cohibidas por lo inesperado del encuentro y sin mediar palabra se fundieron en un abrazo lleno de calidez y alegría como si de dos hermanas se tratase. Se miraron valorándose mutuamente. Alba pensó que estaba encantadora con una falda negra y una camisa blanca con puntilla en la parte de la botonadura, la tez más blanca evidenciaba la ausencia de sol, hasta sus pecas se habían aclarado, sonrió pensando en Pipi Calzaslargas. Cuando eran pequeñas solía llamarla Pipilota debido a su melena pelirroja y a sus pecas. Llevaba el pelo  largo y la rizada melena enmarcaba su rostro entre una cascada de rizos rebeldes, los hoyuelos de las mejillas seguían apareciendo cuando sonreía. 

-¡Alba!- Tú aquí, no me esperaba esta sorpresa. ¡Me alegro tanto de verte!..pero..¿A qué se debe esta visita?  ¿Has venido a ver a tus padres?

- Niña, no agobies a la señorita.

Alba miraba a las dos mujeres sin saber qué hacer, había tanto de qué hablar, miró a Amalia de forma reprobatoria con los brazos en jarras, de nuevo le hablaba de usted, dirigiéndose a Amalín le explicó:
-Intento conseguir que tu madre me llame de “tu” pero no hay manera. 

-Uffff, te va a costar mucho,  siempre utiliza el tratamiento cuando habla de ti o de Pedro. Se lo he dicho alguna vez pero  nada, ella “erre que erre”- respondió Amalin mirando cariñosamente a su madre.

-Lo que me faltaba- dijo Amalia confundida –ahora las dos hacéis causa común, tened paciencia conmigo. Roma no se hizo en un día pero no nos quedemos en el pasillo, niña, acompaña a Alba al salón, vamos a comer, debéis de tener hambre.

Una vez en el salón las dos amigas conversaron animadamente.

-Tengo mucho que contarte, no estoy de visita, he venido para quedarme.

-¿Lo dices en serio? Amalin ladeo la cabeza preocupada -Las cosas no han ido bien con Pablo. ¿Verdad? .Que mala suerte hemos tenido con los hombres, recuerdo mi matrimonio como una pesadilla pero ya lo voy superando ¿Cómo lo llevas tu?

-Regular, lo llevo regular, precisamente esta mañana he tenido que hablar con él y ha sido muy desagradable, le he pedido que me dé a Porthos, el pobre animal se quedó allí pero ahora puedo recuperarlo, me voy a quedar en la casa de Pedro, ahora es mi casa así que puedo tenerlo, el caso es que no ha consentido en que lo recoja personalmente ni tampoco quiere traerlo, lo va a mandar por mensajería- Alba levantó los hombros resignada. –No consigo tener una relación cordial con Pablo como sería mi deseo, apenas hablamos y cuando lo hacemos se muestra frío  descortés y cruel como si fuese su enemiga, la conversación ha sido muy desagradable, aún tenemos pendiente el divorcio pero tal y como están las cosas creo que tendrá que ser contencioso, no quiero ni imaginar cómo se pondría si le hablo del tema, esperaré un tiempo a ver si se calman las cosas. Lo más extraño es que no para de mandarme mensajes, me tiene harta, son mensajes absurdos, no dice nada en concreto, me inquieta y me perturba, no me deja tranquila, no sé qué hacer.

Amalin cogió la mano de Alba entre las suyas. 

-No sabes cómo lo siento. Pablo no me caía mal, un pelín estirado para mi gusto pero os veía felices y eso era suficiente, ahora me parece un mal bicho  igual que el berzas de mi marido. ¡Vaya par de idiotas! 
Afortunadamente mi ex me dejó en paz en cuanto nos divorciamos, no teníamos nada que repartir, más que vivir sobrevivíamos, se gastaba mi sueldo y lo poco que él ganaba  en juergas con sus amigos pero ya es pasado, ninguna de las dos hemos tenido hijos y eso facilita las cosas, anímate, ahora ya estás aquí, no estás sola, estoy feliz de recuperarte, amiga, te he echado mucho de menos, no sé por qué nos distanciamos tanto.
Alba lloraba escuchando las palabras de Amalin, confiaba en ella y había pasado por una situación parecida por lo que se sintió más vinculada , había podido controlar el dolor que la conversación con Pablo le había producido pero sin dique que lo retuviese se abrió paso.  





Amalin la dejó llorar, era evidente que lo necesitaba, pensaba que el dolor había que sacarlo y cuanto antes mejor, bien sabía de ello, se limitó a apretarle la mano cobijándola  entre las suyas transmitiéndole con un sencillo gesto un mensaje que valía más que mil palabras.

-¿Qué estáis haciendo tan calladas?- grito Amalia desde la cocina –Venid a comer, la mesa ya está puesta.

-Alba, sacó un pañuelo del bolso y  se limpió las lágrimas con rapidez, no quería entristecer a Amalia.

-¿Estás bien? Le preguntó Amalin.

-Descuida, ya se me pasa y vamos a comer que tu madre es capaz de venir a por nosotras y arrastrarnos de la oreja hasta la cocina como cuando éramos pequeñas- con la mirada le dio las gracias.

La mesa estaba primorosamente servida. Amalia había sacado un bonito mantel de tela para agasajar a la invitada y había servido un aperitivo con el que acompañar el almuerzo. 

-¿Te ha contado Alba que se queda con nosotros y que va a vivir en La Malvarrosa?

-Estábamos hablando de las novedades, parece que son muchas, pero no había terminado de explicarme ¿Cómo es que te quedas en la Malvarrosa?

Alba la puso al corriente de los detalles del testamento de Pedro.

-Es maravilloso, cariño, Pedro estuvo acertado en su decisión, mamá y yo lo habíamos hablado, tenía que ser para ti. Bienvenida a  tu casa. Hay que celebrarlo, ya puedes empezar a pensar en hacer una fiesta.

-Pedro ha sido muy generoso conmigo, le estoy muy agradecida y más teniendo en cuenta las circunstancias, si lo tuviese delante le preguntaría  por qué no me puso al corriente de sus intenciones, quizás lo hubiese hecho más adelante, nunca lo sabré.

-Eso ya no importa, Alba, llevamos una racha mala, alegrémonos por lo bueno, tienes la vida por delante ¿te gusta así?- Preguntó Amalia con retintín en alusión al tuteo.

-Muy bien, aprendes rápido, no eres tan cabezota, Alba le guiñó el ojo.

-¿Qué pasa con la consulta?- preguntó Amelin con curiosidad –Trabajaste muy duro para sacarla adelante, te iba muy bien.

-Ya ves,  me vi incapaz de seguir con ella, los problemas personales me impidieron realizar mi trabajo, la inestabilidad hizo mella en mí, no tuve un comportamiento profesional, Ayude  a muchas mujeres a superar crisis matrimoniales, a afrontar problemas peores y un simple divorcio da al traste con mi carrera, me siento avergonzada, ni os imagináis el juego que le dio a Pablo el tema, lo usaba para humillarme.

-Te juzgas con mucha dureza, que seas psicóloga no implica que seas capaz de manejar tu propio dolor, no se puede hacer uso de la profesionalidad en beneficio propio, si necesitas ayuda tendrás que ir al psicólogo, querida, como el resto de los mortales- apostilló Amelin.

-Tienes razón, no se puede ser maestro y aprendiz a la vez- dijo Alba, -sin embargo- continuó –no hay mal que por bien no venga, me he dado cuenta de que la psicología no me hacía feliz, no seguiré por ese camino, aún no sé lo que voy a hacer es otra de las cuestiones que tengo en mi lista de “pendientes”, una lista que ya es demasiado larga, tengo la impresión de que no sé nada de nada, estoy insegura.

-El tiempo te ayudará, eso y los guisos de mi madre, apenas has probado la comida.

-La tortilla está deliciosa, no he probado una mejor- dijo mirando a Amalia que miraba con preocupación el plato casi intacto de Alba.

Amalia no la quiso presionar, se daba cuenta del mal trago que estaba pasando la chica así que se dirigió a su hija cambiando el tema de conversación.

-Alba quiere que vuelva a ocuparme de la casa, no ha tenido que insistir, he aceptado de inmediato, me desquicia estar aquí mano sobre mano con todo lo que hay que hacer allí y más ahora que Alba se ha de instalar, habrá  que hacer una limpieza general. 

Se quedó pensativa unos instantes antes de continuar
.
-Habrá qué pensar qué hacer con todos los efectos personales del señor, en especial la ropa, habrá que vaciar los armarios- se dirigió a Alba con el ceño fruncido, pensó que no iba a resultar plato de gusto afrontar el tema de las pertenencias personales de Pedro, habría que vaciar los armarios, los cajones, su escritorio, revisar sus papeles. Se le hizo un nudo en la garganta, carraspeo y planteo el espinoso asunto, había cuidado de todas las cosas del Pedro con esmero, cepillaba sus trajes, los llevaba a la tintorería cuando era necesario, tantas y tantas cosas, conocía cada una de sus camisas, pañuelos… suspirando profundamente  decidió que era la más indicada para tomar la sartén por el mango y así se lo dijo a la atribulada Alba.

-Si quieres puedo hacerme cargo de todo, el señor no querría que convirtiésemos su casa en un mausoleo, tenía un vestuario de calidad y estaría contento si toda esa ropa pudiese ser de utilidad a personas menos favorecidas, hay varias asociaciones en el barrio, puedo enterarme a través de la parroquia.
Alba  hizo un gesto interrumpiendo a Amalia.

-Me resulta muy doloroso asumir esa tarea, lo que tú hagas me parecerá bien, no me veo vaciando sus cajones y armarios, no estoy preparada. No tendré más remedio que revisar sus papeles. Asumiré  la parte administrativa y ya veremos lo que va surgiendo, se trata de toda una vida y habrá imprevistos. No he tendido ánimo de subir a la biblioteca y a su dormitorio. Esperaré a Dani, va a venir esta tarde y le pediré que me acompañe. En principio me instalaré en mi viejo dormitorio de la planta baja, no me parece procedente hacer de su dormitorio el mío, aún no.

Amalin escuchaba a su madre y a Alba con atención, las veía tristes y con una responsabilidad dolorosa, puso las  manos sobre sus  hombros y con tono de voz animoso les dijo:

-Aquí estoy yo para ayudaros en lo que necesitéis, no os dejaré solas, puedo ir por las tardes cuando salga de trabajar y también los fines de semana, entre las tres podremos con eso y con más, no os arruguéis ahora.

Amalia la miró aliviada, su hija podía ser muy eficiente si se lo proponía y deseaba dejar a Alba al margen en la medida de lo posible.

-Gracias Amalin –le dijo Alba con una leve sonrisa llena de gratitud.


-Bien, asunto arreglado, pasemos a los postres –dijo Amalia que se levantó para sacar del horno  una tarta de manzana que había preparado esa misma mañana –Es vuestra preferida- dijo sirviendo una buena ración a las dos.




-Uhmm, que bien huele. Te has acordado- dijo Alba que mojó uno de sus dedos en el jengibre de la capa superior, se lo llevó a la boca y lo relamió. –Está deliciosa.

-¡Mi madre se iba a olvidar de nuestra tarta de manzana!- exclamó  Amalin entre risas –parece mentira que aún no sepas con quien te juegas las alubias, estoy segura de que mañana se levantará bien temprano y se irá a tomar posesión de tu casa, no podrás deshacerte de ella ni con aceite hirviendo.

-Que burra eres hija, lástima de buenos colegios.


-No seas maliciosa- apostillo Alba guiñando un ojo a su amiga –la tengo a prueba, ya le he puesto una condición y solo si la cumple podrá seguir en la Malvarrosa.

-Ya sé, ya sé –dijo Amalia siguiendo la broma –nada de hablarle de usted a la señorita. Por cierto- continuó –tendrías que contarle al señorito Daniel lo de la rosa amarilla.

-¿Qué es eso de la rosa amarilla?- preguntó Amalin mirando simultáneamente a Alba y a su madre. –Os ha cundido mucho la mañana, no hacéis más que sorprenderme.





Amalia se puso sería y miró a Alba como pidiéndole permiso para contarle a su hija el suceso que tanto la había preocupado. Estaba convencida de que un intruso había entrado en la casa, aprovecho para preguntar a su hija sí había sido ella aunque conocía de antemano la respuesta.

Amalin escuchó atenta el relato de los hechos que hicieron Amalia y Alba y con el sentido común que le caracterizaba aconsejó cambiar la cerradura, no le parecía necesario un detective para resolver el asunto. 


-Si nos atenemos al lenguaje de las rosas, alguien ha querido darte la bienvenida. Las rosas amarillas significan amistad y simpatía.

Alba la miró con extrañeza.

-No me parece ni amigable ni simpático que un desconocido se cuele en  casa ajena y menos si es la mía. Solo vosotras mi familia y Daniel conocéis los detalles del testamento y no habríais hecho semejante majadería.

-¿Estás segura de que no se lo has dicho a nadie más?- preguntó Amalin.

-Bueno, también lo sabe Oscar- Balbuceo Alba.

-Oscar ¿Quién es Oscar?- siguió preguntando Amalin.

-Es el compañero de piso de Daniel.

Las tres mujeres se quedaron pensativas.


Continuara..



viernes, 5 de octubre de 2012

En busca de Alba. Capítulo X.









Amalia no dejaba de parlotear comentando sobre una cosa y otra a la vez que iba repasando cada uno de los rincones del salón, tocaba las cortinas, pasaba el dedo por lo muebles, comprobaba el cierre de los postigos y ventanas.

¡Fíjese en los cristales! están empañados por la humedad y los tapizados necesitan una buena limpieza, a pesar de que los cubrí parecen haber cogido polvo.

Iba de un lado a otro moviendo la cabeza consternada. Alba la seguía mansamente, entendía el dolor que manifestaba su ritual.

 El cuidado del hogar de Pedro   había sido su razón de ser, en cierto modo se había quedado viuda, no porque entre ambos  existiese una relación amorosa sin embargo  la naturaleza de su vinculo quizás fuese más fuerte, se habían apoyado mutuamente y a pesar de que  siempre hubo una diferencia por la posición que cada uno ocupaba ninguno concebía su existencia sin el otro, en cierto modo habían creado una familia atípica en la que ellos eran el centro.

Alba la cogió suavemente del brazo y se dirigió a la cocina.

-Siéntate Amalia quiero hablar contigo, voy a preparar otra tetera.

-Deje, deje, ya lo hago yo.

Alba se sentó, de nada serviría discutir con ella, la cocina era su reino.

Amalia sirvió el té y de disculpó por no poder servir algún tentempié con que poder   acompañarlo.




Alba aún estaba pálida, la conversación con Pablo la había afectado, no dejaba de pensar en Porthos. Al día siguiente lo tendría de nuevo en casa pero sabía que el animal lo iba a pasar mal, le dolía la acritud y violencia de su marido ¿qué podía hacer para  evitar este comportamiento? Se le escapaba el motivo y el no verse capaz de resolver la situación la desquiciaba ¿Era esto lo que iba a quedar después de haber pasado tantos años juntos? Seguía queriendo a Pablo. 

Amalia se dio cuenta de la abstracción de Alba y dio unos golpecitos  en la tetera con la cucharilla para llamar su atención.

-Señorita, parece que haya visto a un fantasma, está distraída y no se la ve contenta.

-No es nada- respondió Alba retorciendo un mechón de su pelo -no te preocupes. Estoy contenta de que estés aquí.

-En realidad no me ha sorprendido su llamada, la esperaba- continuo Amalia sin dejar de mirar a la joven.  -El señor nunca me hablo de ello pero di por supuesto que esta casa sería para usted, sus hermanas la hubiesen vendido y no necesitan el dinero. Esta casa era muy importante para él y dedicó tiempo y dinero en conseguir que fuese un hogar para todos, fue feliz en ella, todos los fuimos.

-Lo que me enoja es que no nos hablase de ello, era lógico que se lo hubiese contado a mis padres y a ti e incluso a mí ¿Por qué no lo hizo? ¿Acaso no tenía confianza en nosotros? Me hubiese gustado comentarlo con él, con naturalidad.

-Al señor no le gustaba pensar en la muerte, era un tema que no se tocaba, seguramente le resultaba tan obvio que lo dio por supuesto, estaba muy malito y aún así le preocupaba que usted estuviese en tan mala situación con su marido, quería ayudarla y su mayor deseo es que se arreglasen las cosas, la veía sufrir y no podía soportarlo, no dejaba de preguntar a sus padres como iban las cosas, se fue con mucha pena.

-Bueno, Amalia, dejemos de hablar de cosas tristes. A partir de ahora este será mi hogar y quiero que estés conmigo si es tu deseo.

La expresión de Amalia cambió, su rostro se iluminó con una amplia sonrisa.

-¿De verdad?- Calló durante unos instantes y frunció  el ceño nuevamente. ¿Vendrá también el señorito Pablo?

- Nos hemos separado definitivamente, no pudimos salvar nuestro matrimonio, no te preocupes, estoy bien, quiero mirar hacia adelante y Pedro me lo ha hecho más fácil dejándome su casa, ya tengo un hogar cerca de los míos, tengo planes. Porthos llegará mañana  y mi padre seguirá haciéndose cargo del jardín, no he tenido que convencerlo,  ya sabes lo importante que es para él, no quiero ni imaginar el mosqueo que va a pillar cuando vea como está todo, va  a tener mucho trabajo.




-Y que lo diga, señorita, las enredaderas están enormes y los setos necesitan una buena poda al igual que los arboles, su padre renegará y con razón, lo que va a tener que trabajar el pobre hombre, pero que desconsiderada soy siento que el señorito Pablo y usted no se hayan arreglado y claro que puede contar conmigo, no sabe lo feliz que me hacen sus palabras,  ver esta casa llena de vida otra vez y a usted viviendo en ella me llena de felicidad y le doy las gracias de todo corazón por brindarme la oportunidad de seguir a su lado.

Alba se sirvió otra taza de té y encendió un cigarrillo, apenas fumaba pero la ocasión le pareció oportuna, iba a tener que bregar con la obstinación de Amalia.

-Tan solo voy a ponerte una condición- dijo en tono firme.

-¿Una condición?-  Respondió Amalia perpleja, no ha encontrado las cosas a su gusto. Cuando murió el señor cerré la casa como lo hacíamos cuando se ausentaba e insistía en que me tomase vacaciones ¡Ya ve usted! No me hacían ninguna falta, este era mi hogar mucho más que mi propia casa. Amelin se había ido con ese hombre espantoso del que no quiero recordar ni el nombre así que me tenía que ocupar de una casa vacía ya que nadie aportaba por allí, ni yo misma, pero el señor insistía en que me tomase un descanso, yo no lo necesitaba, ocuparme de la casa no suponía un esfuerzo  así que le pedía a las vecinas que me invitasen a comer o comíamos fuera, no me apetecía cocinar para mi sola.

-Pedro se preocupaba por ti y le hubiese gustado que en tu tiempo libre hubieses viajado, quería que lo pasases bien, pero estoy desviándome de la cuestión y no quiero que se me olvide, la condición es bien sencilla, quiero que dejes de hablarme de usted. Pedro ya no está así que no es necesario que me trates con tanta formalidad, en realidad nunca fue necesario que lo hicieses, no eres una simple sirvienta y no se te ha tratado como tal. ¿Qué me dices?

Amalia miraba a Alba confundida, estaba nerviosa por lo que se levantó de la mesa y empezó a recoger el servicio de té, iba de la mesa al fregadero y del fregadero a la mesa retorciendo sus manos sin cesar.

-Señorita, siempre la he llamado así-  acertó a decir la mujer en medio de su confusión.

-Por eso mismo, respondió Alba cariñosa -ya es hora de que dejes de hacerlo, se puede decir que me has criado, me has limpiado los mocos, me has dado de comer, me has vestido, lavado y cuidado cuando estaba enferma, has sido mi segunda madre ¡Por Dios, Amalia! ¿A qué tanta formalidad?

-No sabría decirle, el señor no me impuso el trato, me nacía así y así lo hemos hecho siempre, no sé si me va a salir ¿por qué hay que cambiar las cosas si están bien como están?

-No están bien, Amalia, me haces sentir incomoda pero no te inquietes, ya verás como todo irá bien, tan solo tendrás que  ensayar un poco, yo te ayudaré -  replicó Alba divertida- a ver cómo te sale, a partir de ahora me hablas de tu.

-Si insiste, pero no veo la necesidad de cambiar las cosas, respondió Amalia algo enfurruñada.

-No hay elección, es una condición innegociable y ahora hablemos del resto. Amalin está de nuevo en tu casa así que puede venir a comer con nosotras ¿Crees que querrá?- preguntó inquieta.

-Claro que querrá,  le voy a dar una alegría cuando le cuente que usted..- Alba dio un golpecito en la mesa interrumpiéndola al tiempo que la miraba sonriendo.

-Nada de usted.

-Que tu..¡Hay señorita que repente le ha dado con esto del tu!

Las dos mujeres rieron a carcajadas.

-¿Qué te parece si salimos al jardín, hace una buena mañana?

Una vez en el jardín Amalia  reanudo la conversación.

-¿Dónde vas a comer?- la frase le salió con un tono engolado.

-Muy bien- dijo Alba satisfecha ¿ves como no es tan difícil?

-Pero no se enfade si alguna vez no me sale.

-Lo has vuelto a hacer, no te preocupes cuando ensayemos un poco más te saldrá solo. No he pensado en la comida, voy a pasar aquí el día y por la tarde vendrá Daniel, comeré algo fuera.

-¡Eso si que no! vendrás a comer a casa (se detuvo un instante buscando aprobación en la mirada de Alba como si fuese una niña balbuceando sus primeras palabras) he dejado preparado un buen caldo y una tortilla de patatas, Amelin vendrá a comer y así le cuentas personalmente las novedades (hizo una nueva pausa). Me preocupa esta hija mía, cada día la veo más pálida, se empecina en que no le dé el sol, se ha hecho gótica ¡Gótica! Yo no entiendo estas modernidades, lee mucho y sus amigos son igual de raros que ella, ese hombre la trastornó.

-No digas eso, Amalia, tu hija es una buena chica y que sea gótica no tiene nada de malo, es la misma de siempre lo que ocurre es que se ha hecho mayor y va tomando decisiones con respecto a su vida, a mí tampoco me gusta tomar el sol porque me salen manchas en la piel, Amelin va a tener una piel perfecta y que lea está muy bien, debías de haberte acostumbrado porque en esta casa todos leíamos
.
-Si que es verdad, siempre con las narices en los libros, el señor pasaba horas y horas en la biblioteca y hasta se le olvidaba que tenía que comer, tenía que subir a avisarle  trabajaba sin descanso a pesar de que hacía años que se jubiló y tu y mi hija lo mismo, apenas se os oía, no dabais nada de guerra-  dijo con cierta nostalgia.

Las mujeres iban recorriendo el jardín mientras hablaban, la mañana era soleada y el sol calentaba con tibieza en la fría mañana de invierno. Se detuvieron en la rosaleda, las rosa de invierno lucían sus galas sin pudor, exultantes ajenas a los problemas humanos, atentas tan solo a los reclamos de la naturaleza. 
Al ver las rosas Alba sintió una punzada en el estomago al recordar la que vio nada más entrar sobre el velador , su colorido resaltaba en medio de la frialdad de los lienzos que cubrían los muebles así que preguntó a Amalia:

-¿Pusiste una rosa amarilla en el velador de la entrada?




La mujer la miró con extrañeza.

-Señorita…

-Amalia..

-Alba, ya veo que vamos a perder mucho tiempo si me obligas a hablar tan raro, no tengo costumbre, ya se lo he dicho, que cabezota eres, respondió Amalia consternada e impotente.

-Dejemos eso ahora, la urgió Alba –Dime ¿pusiste ahí una rosa amarilla?

-Claro que no, no he regresado a esta casa desde que la cerré y de eso ya hace unas semanas, además ¡Qué cosas tienes! ¿Para qué iba adornar con flores una casa que está cerrada por luto? Alba, me sorprendes, te hacía con más sentido común, rezongó Amalia.

Alba soltó una carcajada, le divertida la forma que Amalia tenía de reñirle  algún que otro azote se llevó cuando era pequeña y se portaba como un demonio.

-¡Dejaré de tener sentido común! te lo he preguntado porque cuando entre en la casa vi una rosa amarilla en el búcaro de porcelana que tanto te gusta, estaba sobre la mesa del velador.

-¿No la habrá dejado su padre de usted algún día que haya venido a dar una vuelta al jardín?

-¡Pero Amalia! ¡Otra vez me hablas de usted! No me voy a rendir así que tú verás.

-¡Que tormento de criatura! Se empeña en hacerme cambiar en un rato y  tengo dura la mollera, esto no lo veo claro, no, no, no..

 Alba continuo hablando sin hacer caso de las protestas de Amalia.

-Mi padre no ha sido, anoche me dijo que no había vuelto  a la Malvarrosa desde que Pedro falleció
.
-¿Quién pudo haberla dejado, entonces? Preguntó Amalia preocupada.

Alba se quedo en silencio, si no había sido Amalia ni nadie de su familia quería decir que alguien había entrado en la casa pero ¿La rosa? ¿Qué sentido tenía? Sería una bienvenida ¿Quién querría darle la bienvenida?






Amalia había entrado en busca de la rosa y miraba el pequeño búcaro de hito en hito, incrédula. Alba le salió al encuentro y ambas examinaron la flor, estaba fresca, sus pétalos comenzaban a abrirse lo que indicaba que había sido puesta allí hacía poco tiempo, quizás dos días antes.

Amalia fue la primera en hablar:

-Quien haya sido ha tenido que buscar el búcaro, lo trajo el señor de Londres, es una pieza delicada y valiosa, lo guardaba en la vitrina del salón, menos mal que no se ha roto.

-Lo de menos el búcaro, es lógico que buscase algo para colocar la rosa y habrá encontrado el búcaro por casualidad fisgando por ahí.

-No me parece tan casual, si no conocía la casa y necesitaba algún recipiente para la rosa lo normal es ir a buscar un vaso a la cocina como haría todo el mundo y no seleccionar una pieza única revolviendo en las vitrinas, no hay solo una y no estaba tan a la vista.

-En eso tienes razón, Amalia, mira por donde tienes dotes de detective y yo sin saberlo, eres una mina y deberías de trabajar con Daniel- Alba bromeó intentando restar importancia al hecho, notaba la preocupación de Amalia y empezaba a sentir miedo, estaba confusa.

-¿Quién tenía llaves de esta casa?

-Que yo sepa, su familia de usted, mi hija y yo, nadie más, pero ya es tarde y Amalin estará a punto de llegar, vamos comer, podemos preguntarle si ha venido por aquí aunque me extrañaría mucho, creo recordar que me dejó sus llaves cuando se casó.


Continuará..


Imágenes tomadas de la red.



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